Esta es la historia de la Sra. Nirmala Honap, quien realizó sanación espiritual en otros a la edad de 60 años, a pesar de una enfermedad grave. 

En nuestro día a día, a menudo nos encontramos con personas que tienen que soportar enfermedades en su vejez. Algunas enfermedades dejan a las personas paralizadas, postradas en la cama e incluso inconscientes. A menudo, los ancianos tienen miedo de sufrir ese destino. El tipo de pensamientos que pueden atormentar sus mentes son: “¿Cómo me desempeñaré en la vejez?”, “¿Seré una carga para los demás?”, “Mi vida se volverá totalmente inútil si caigo gravemente enfermo y quedo postrado en la cama”, etc.

Para contrarrestar estos temores, algunas personas intentan cuidar al máximo su salud hasta el punto de obsesionarse con ella. Hablan continuamente de su presión arterial alta, de sus niveles de azúcar o de sus concentraciones de colesterol. Los que gozan de mejor salud en la vejez se esfuerzan por ahorrar mucho dinero para poder, tal vez, pagar algún día a una enfermera que les cuide en caso de quedar postrados en la cama. Para algunos, tal vez el dinero sirva para asegurarse una vida cómoda en una residencia de ancianos. Su fe descansa claramente en su cuenta bancaria, sus acciones y sus ahorros.

Durante los últimos 3 años, he tenido la oportunidad única de estar en presencia de una aspirante evolucionada, la señora Nirmala Honap, que a la edad de 60 años había alcanzado el nivel espiritual del 66%. Sin embargo, su estado físico se ha ido deteriorando rápidamente debido a muchas enfermedades como la diabetes, los accidentes cerebrovasculares y la parálisis general del cuerpo. Lleva dos años postrada en la cama. A pesar de todo esto, sólo su presencia irradiaba tanta conciencia divina (Chaitanya) que la sanación espiritual se producía en los aspirantes que se reunían en su habitación, diariamente, durante un par de horas.

Los aspirantes tuvieron diversas experiencias espirituales en su presencia. Algunos sintieron beatitud, ligereza, calma, vieron una sutil aura azul y amarilla a su alrededor, un despertar de la emoción espiritual, sanación espiritual en ellos, etc.

Habiendo tenido experiencias espirituales similares en su presencia, me vino a la mente el pensamiento de que sólo los espiritualmente evolucionados tienen este potencial ilimitado para ayudar a los demás. Debido a su nivel espiritual adquirido por la práctica espiritual frecuente, se convierten en faros de luz para nosotros con su energía espiritual y su amor, independientemente de sus discapacidades físicas.

Sentí que la señora Nirmala Honap (llamada cariñosamente Honap Kaku – Tía) había cumplido realmente el objetivo de su vida. En lugar de sentirse inútil en su vejez, fue capaz de ayudar a tantos aspirantes sanándolos espiritualmente y eliminando así cualquier obstáculo en su camino espiritual. A diferencia de la mayoría de las personas, su fe se basaba en Dios y no en su cuenta bancaria, y pudo ayudar a los demás mucho más de la ayuda que ella necesitaba mientras estaba postrada en la cama.

Estos pensamientos me dejaron en un estado de gratitud al sentirme afortunado por haber sido guiado a tomar las decisiones correctas en el camino de la vida que me han permitido practicar la espiritualidad durante los últimos años.

Hice una ferviente oración para que yo también tuviera la gracia de progresar espiritualmente, de modo que cuando los males de la vejez me envolvieran a nivel físico, siguiera sirviendo a los demás a nivel espiritual.

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